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jueves, 1 de noviembre de 2018

Inteligencia artificial: promesas y amenazas

Reproduzco la presentación que la propia revista hace de este monográfico publicado recientemente, que se puede descargar gratuitamente

Entre el mito y la realidad, ¿en qué estado se encuentra exactamente la investigación en esta tecnología que amenaza a todas las demás? En su sección Gran angular, El Correo intenta desentrañar las diversas líneas de reflexión y ofrece algunas indicaciones terminológicas que permitan a los lectores no iniciados situarse en el mundo de la IA, fascinante y amenazador a la vez.

Para muchos, la palabra “inteligencia” es sólo una metáfora, cuando se trata de máquinas o de robots que están destinados ‒se nos asegura‒ a seguir siendo simples y humildes asistentes de los humanos. La IA nos ayuda a superar las barreras lingüísticas gracias a la traducción automática, a efectuar numerosas tareas rutinarias, incluso a realizar los quehaceres domésticos, a fabricar productos, a detectar enfermedades en etapas anteriores a las que los médicos pueden diagnosticarlas, a crear prótesis que pueden ser accionadas con el pensamiento...


No obstante, la combinación de lo que se denomina el aprendizaje profundo de las máquinas (deep learning) y de los macrodatos (big data) está provocando no sólo una revolución de la IA, sino también una cuarta revolución industrial, que nuestras sociedades no están preparadas para afrontar. Muchos expertos estiman que la IA es más una revolución cultural que una revolución tecnológica y que la educación deberá adaptarse rápidamente a las nuevas realidades, a fin de que las generaciones futuras aprendan a vivir en un mundo radicalmente distinto del que conocemos hoy.

La pregunta que ya se plantea es: ¿no existe el riesgo de que los datos utilizados por la IA se empleen para consolidar ideas y prejuicios recibidos? Elaboración de perfiles raciales, censura, predicción del carácter delictivo… estos criterios discriminatorios ya han sido introducidos en algunas máquinas a las que se les enseña a analizar tipos de comportamiento. Cuanto más complejo se vuelve el desarrollo tecnológico, más se complican las preguntas éticas que suscita. El desarrollo de los robots asesinos es un claro ejemplo de ello.

A los desafíos éticos se agregan los de la monopolización del poder. Mientras que en África la IA apenas da sus primeros pasos, un pequeño número de países invierte millones de dólares en investigación básica, que, como se sabe, está casi en su totalidad en manos de unos pocos gigantes de la informática. Estos desafíos internacionales exigen una coordinación internacional, indispensable para el desarrollo responsable de la IA.