Vivimos en una época de fuerte crecimiento de la tecnología. Si bien no va acompañado del optimismo que generó en la segunda mitad del siglo XIX y somos más conscientes de los peligros que genera la tecnología, sigue alimentando la esperanza de los seres humanos en la solución de algunos de los problemas más graves a los que tenemos que hacer frente.
Ahora bien, para algunos, este desarrollo tecnológico está a punto de alcanzar un nivel en el que se dé pasó a algo tan nuevo, de consecuencias tan imprevisibles, que merece el nombre de la
Gran Singularidad. Pasado ese punto, ya nada será igual
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