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lunes, 15 de febrero de 2021

¿Es positivo el impacto de las TIC en la educación?

La introducción de nuevas tecnologías en la educación formal obligatoria se inició hace ya más de tres décadas y se ha manifestado en muchos ámbitos y con enfoques diversos: gestión de la organización de la enseñanza (horarios, calificaciones, comunicación con familias...) y la planificación directa de la enseñanza en el aula (pizarras digitales, presentaciones, multimedia...).

La pandemia, al exigir la enseñanza a distancia, con la utilización de plataformas que permiten dar clase en línea a un grupo de alumnos, ha acelerado y profundizado esa presencia. Si bien en los tiempos previos ya había algunas dudas sobre su eficacia y su valor pedagógico, desde la pandemia han quedado más claros algunos problemas. Un informe de la OCDE de 2015 indicaba los problemas de introducción de las TIC, desvelando lo que llamamos brecha digital, pero también el impacto negativo de un uso excesivo de la tecnología en el rendimiento académico de los estudiantes.



Tras varios meses de pandemia, la situación parece ser más o menos la misma. Examinadas con más detalle, cuando la frecuencia es alta, la relación entre el uso de tecnología y las competencias en matemáticas es negativa. Qué duda cabe que, en tiempos en los que han estado cerradas las aulas o seriamente disminuida la presencia del alumnado en el centro, esas tecnologías han ayudado a mantener el esfuerzo educativo, con los alumnos en sus casas. Eso sí, también han dejado clara la brecha digital que incrementaba la desigualdad educativa y han sometido al profesorado a un enorme esfuerzo, que no ven del todo exitoso.

Si bien ya se ha moderado algo ese optimismo, asociado también a la aceptación de lo inevitable, sigue muy presente, por lo que mantener una cierta cautela en la implantación es importante. Por un lado, hace falta ser conscientes de las intenciones ambivalentes que las grandes empresas de tecnología tienen cuando dedican ingentes esfuerzos en conquistar el mercado de la educación. Por otra parte, es necesario seguir evaluando los resultados, como decimos al principio, y publicar los datos incluso cuando no son muy reconfortantes. En su blog, altamente recomendable, Jordi Martin lo deja claro con una pregunta que da por supuesto que hay ocultación de datos, dejando abierta la puerta a considerar que dicha ocultación no es inocente: ¿Por qué se esconden los resultados de determinados experimentos educativos?




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