Este enfoque es encomiable en un contexto global donde los riesgos de la IA —como la desinformación, la vigilancia masiva y la concentración de poder— son cada vez más evidentes, tal como indica Oscar Bodi en Ethic Debe evitarse un control excesivo del Estado y favorecer la colaboración con el sector privado y la sociedad civil
Su (Pedro Sánchez) llamado a que Europa se rebele contra la concentración de
poder tecnológico en manos de corporaciones estadounidenses es valiente, pero
también plantea un dilema. ¿Cómo equilibrar la soberanía tecnológica con la
necesidad de colaborar con estas mismas empresas para avanzar?
Esto implica fomentar un ecosistema
donde las startups, las universidades y las empresas puedan innovar
sin trabas burocráticas, al tiempo que se garantiza un marco regulatorio que
limite los abusos.
En última instancia, la apuesta española por la inteligencia
artificial debe ser vista con optimismo moderado. Las palabras y los
presupuestos son un buen comienzo, pero lo que realmente contará será la
capacidad de implementar estas iniciativas con visión y pragmatismo. España
tiene una oportunidad única para liderar con el ejemplo, demostrando que es
posible desarrollar tecnología avanzada sin sacrificar los valores
democráticos. El reto está en hacerlo realidad antes de que la velocidad de la
revolución tecnológica nos deje atrás.
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