Hay una amplia discusión sobre cuál es la edad en la que las
personas pueden tener un móvil propio desde el que podrán acceder a las redes
sociales. Parece existir cierto consenso en que no tiene apenas sentido antes
de los siete años, pero las cosas no están tan claras más allá de esa edad. Sin
cuestionar ahora el lado positivo de esas redes, hay un
lado oscuro que conviene tener muy en cuenta
Los efectos de internet sobre niños y adolescentes no
parecen ser muy positivos, según indican algunos
estudios y unas recientes investigaciones realizadas por The
Wall Street Journal han puesto de manifiesto que Instagram es tóxico
para muchas adolescentes e incluso Facebook ha admitido en documentos internos
este daño. Eso es lo que reconoció implícitamente al cuando el mismo Adam
Mosseri, Director de Instagram, red social que forma parte del imperio
Facebook, comunicó que cambiaba los planes y dejaba de desarrollar el proyecto
de un Instagram
para niños. Eso sí, no lo abandonaba del todo y solo esperaba a que el
nuevo proyecto garantizara un control parental del uso de esa nueva oferta.
Uno de los riesgos importantes era favorecer la vulnerabilidad de los menores antes las actuaciones fraudulentes de personas adultas que podrían crear perfiles falsos con el objetivo de manipular y abusar de esos menores. En absoluto está claro que Facebook pueda proteger a los niños de esos riesgos. Ya tenía antecedentes en este sentido, pues es un lugar en el que resulta sencillo ofrecer contenido para pedófilos; en 2019 se descubrió una red de tráfico de personas descubierta operaba a través de Instagram.
Este es un problema muy serio, pero no es el único. También
parece estar claro que el nivel madurativo en la infancia hace difícil que las
personas de esa edad puedan usar adecuadamente las redes sociales. Ya hay
experiencia acumulada, puesto que en 2017 lanzó el Facebook para niños entre
seis y doce años, red que tiene millones de seguidores en todo el mundo. Bien
pronto, muchos pediatras
y educadores avisaron de que esa red era nociva para el proceso de
maduración de los niños y que incrementa los riesgos de obsesión, ansiedad y
depresión. Según estos profesionales, el problema de fondo estaba en que, entre
los seis y los trece años «no son lo suficientemente mayores como para
comprender las complejidades de las relaciones en internet, que a menudo llevan
a malentendidos y conflictos incluso entre usuarios de más edad».
Esa es una acusación que repiten en estos momentos los fiscales que han enviado una carta Mark Zuckerberg en la que señalan precisamente que esos son los problemas serios que tiene el acceso a las redes de menores de edad lo que sigue es casi cita textual de ese documento
·
En
primer lugar, la investigación demuestra cada vez más que las redes sociales
pueden ser perjudiciales para el bienestar físico, emocional y mental de los
niños.
·
Instagram
explota el miedo de los jóvenes a perderse y el deseo de aprobación de sus compañeros
para alentar a los niños y adolescentes a revisar constantemente sus
dispositivos y compartir fotos con sus seguidores.
·
Los
menores no están equipados para manejar la gama de desafíos que conlleva tener
una cuenta de Instagram. Los niños no tienen una comprensión desarrollada de la
privacidad. No les resulta nada sencillo distinguir los contenidos apropiaos ni
la permanencia de la información que publican.
·
Pueden
incrementar las alarmantes tasas de acoso cibernético entre los niños
En nuestras dos entradas anteriores hemos compartido ideas
para orientar una familiarización adecuada de los menores con las redes y con
las TIC en general. Esa es la tarea prioritaria del profesorado.
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