No se puede poner en duda que las TIC han estado avanzando
mucho en los últimos años, pero quizá no lo habíamos notado tanto hasta que no
ha llegado la pandemia con niveles diferentes de confinamiento.
Es cierto que algunas personas, con razones sobradas, pueden
mantener que este tipo de pandemia no hubiera sido posible sin adelantos
tecnológicos notables, sobre todo los relacionados con la gran movilidad de las
personas (excepto emigrantes forzados) y la deslocalización de la producción
industrial.
Pero teniendo en cuenta esto, está claro que muchas cosas
serían mucho más difíciles ahora sin esos avances tecnológicos que han
facilitado considerablemente el teletrabajo, incluso con una percepción
positiva de esa mejora: ya existían un proceso de teletrabajo, pero su generalización parece haber descubierto más ventajas que inconvenientes.
Además, para hacer frente a los muchos problemas de todo
tipo que provoca una pandemia como esta, está claro que los avances tecnológicos desempeñan un papel positivo:
han permitido mantener el suministro de bienes, gracias a la mejora del comercio
en internet, han hechoposible la creación de redes de apoyo para
personas con dificultad y la posibilidad de reunirse gracias a diversas
plataformas de videoconferencia, tanto para asuntos estrictamente familiares como para reuniones
de otro nivel.
En el campo de la educación, ya existe una amplia oferta de
propuestas educativas, incluso instituciones que dan enseñanza a través de
Internet. Es bien conocido el caso de Salma Kahn, con una gran oferta educativa, quien ahora mismo ofrece sus servicios
para apoyar al alumnado con problemas. Está claro que ya estaba muy implantado,
pero esta pandemia ha provocado el poder descubrir tanto los logros como las
dificultades que tienen los sistemas en servicio para el profesorado. Y también la capacidad creativa del propio
profesorado que ha hecho propuestas novedosas y variadas, como sucede en este
ejemplo de aula virtual.
Si bien considero que la educación es una relación
interpersonal que exige la presencia física, la creación de aulas como
comunidades de investigación, con proyectos de trabajo compartidos y trabajo
cooperativo, parece que esta experiencia puede acelerar la mejora de la
relación entre educación y TIC.
Eso sí, dejando claro que existe ya una brecha digital educativa que, de no abordarse con rigor, se incrementará con esta
generalización del uso de la red provocada por el confinamiento.