Este enfoque es encomiable en un contexto global
donde los riesgos de la IA —como la desinformación, la
vigilancia masiva y la concentración de poder— son cada vez más evidentes, tal como indica Oscar Bodi en Ethic Debe evitarse un control excesivo del Estado y favorecer la colaboración con el sector privado y la sociedad civil
Su (Pedro Sánchez) llamado a que Europa se rebele contra la concentración de
poder tecnológico en manos de corporaciones estadounidenses es valiente, pero
también plantea un dilema. ¿Cómo equilibrar la soberanía tecnológica con la
necesidad de colaborar con estas mismas empresas para avanzar?
Esto implica fomentar un ecosistema
donde las startups, las universidades y las empresas puedan innovar
sin trabas burocráticas, al tiempo que se garantiza un marco regulatorio que
limite los abusos.
En última instancia, la apuesta española por la inteligencia
artificial debe ser vista con optimismo moderado. Las palabras y los
presupuestos son un buen comienzo, pero lo que realmente contará será la
capacidad de implementar estas iniciativas con visión y pragmatismo. España
tiene una oportunidad única para liderar con el ejemplo, demostrando que es
posible desarrollar tecnología avanzada sin sacrificar los valores
democráticos. El reto está en hacerlo realidad antes de que la velocidad de la
revolución tecnológica nos deje atrás.
Profesor en Universidad Pontificia Comillas. Investigador en
Instituto de Investigación Tecnológica, Universidad Pontificia Comillas
La revolución tecnológica de la inteligencia artificial está
transformando radicalmente el panorama educativo. Más allá del conocido ChatGPT,
otros modelos avanzados están redefiniendo lo que es posible lograr con simples
instrucciones textuales (o prompts).
Se trata de una revolución protagonizada, por ejemplo,
por Claude 3.7 Sonnet, de Anthropic, y su
capacidad de generar código, resolver problemas matemáticos y diseñar
videojuegos básicos con una sola indicación, o Grok 3 de la empresa xAI, liderada por el
magnate Elon Musk y desarrollada en apenas un año, que puede mantener
conversaciones prácticamente indistinguibles de las humanas y lidera el ranking de
modelos grandes de lenguaje en el momento de la escritura de este artículo.
Mientras tanto, funcionalidades como DeepResearch,
de Gemini (modelo de inteligencia artificial de Google), o Perplexity pueden elaborar informes
exhaustivos sobre cualquier tema en cuestión de minutos. En este caso, la
tecnología opera de forma autónoma de una manera algo diferente a los modelos
mencionados más arriba.
La transformación en el procesamiento del conocimiento
humano
Estas herramientas no son simples asistentes: representan
una transformación fundamental en el acceso y procesamiento del conocimiento
humano. Y aunque de momento existe una barrera cultural para el uso
generalizado de estas herramientas, las generaciones más jóvenes las conocen
ampliamente, por lo que mirar hacia un lado o prohibir su uso no parece la
opción más sensata.
Y menos aún si tenemos en cuenta que la predicción de
Anthropic, la compañía que ha diseñado el asistente de IA Claude, de que en
2027 estas herramientas pasarán de ser meros asistentes a colaboradores y a
liderar grupos de investigación en 2030.
Desafíos inmediatos
Esta nueva realidad plantea desafíos inmediatos para la
educación superior. Los estudiantes familiarizados con estos modelos pueden
emplearlos para completar todo tipo de tareas académicas, desde ejercicios
básicos hasta la redacción de ensayos complejos.
Un trabajo final de grado, que tradicionalmente requeriría
meses de investigación y redacción, referencias perfectamente escritas y
certeras, y análisis de datos complejos, puede ser generado en pocas horas
mediante agentes de inteligencia artificial como Thesis con mínima supervisión por
parte del estudiante.
Los modelos de inteligencia artificial mencionados también
funcionan como alternativas a los libros de texto o incluso a la asistencia a
clases, sintetizando conocimientos y explicando conceptos complejos de forma
personalizada.
Los métodos tradicionales de evaluación de tareas quedan
cuestionados cuando un algoritmo puede producir respuestas académicamente
sólidas sin comprensión real de la materia por parte del alumno, que se
limitaría, en el peor de los casos, a copiar y pegar una redacción escrita por
inteligencia artificial, indistinguible de la realizada por el ser humano. Y si
no, prueben a pedir al asistente Claude que escriba una redacción con cuatro
faltas ortográficas, pobre coherencia y escrita como una persona de 17 años.
En las universidades se intenta contrarrestar esta tendencia
comprobando por otros medios, como la defensa oral, que el estudiante no se ha
limitado a copiar y pegar en detrimento de la evaluación escrita, pero lo
cierto es que los trabajos de fin de grado van quedando en entredicho como
método para demostrar los conocimientos del alumnado.
Sin embargo, el problema subyacente no surge con la
inteligencia artificial, sino que se arraiga en deficiencias educativas
presentes desde la infancia y con las razones por las que los universitarios
deciden recurrir a la inteligencia artificial de manera que puede suponer
aprender menos o peor. Un sistema educativo que raramente atiende las
particularidades de cada estudiante provoca
a menudo desmotivación y desconexión.
Atajos estudiantiles
Un alumno que no encuentra sentido en lo que aprende
naturalmente buscará atajos para superar evaluaciones sin preocuparse por el
aprendizaje real. La verdadera causa no es la tecnología, sino un sistema
que ha
fallado en cultivar la pasión por el conocimiento.
La personalización educativa emerge como necesidad urgente:
cada estudiante necesita encontrar significado y propósito en su formación. El
desafío fundamental consiste por tanto en transmitir valores que vinculen la
adquisición de conocimientos con el desarrollo personal y profesional,
demostrando que aprender transforma positivamente la vida, más allá de
calificaciones y títulos. Que el estudiante admire a un científico o a un
filósofo tal como ahora se admira a un influencer o un
futbolista.
La solución no radica en restricciones tecnológicas, sino en
una transformación educativa profunda y en que los modelos de lenguaje sean
recursos complementarios, igual que usamos buscadores o enciclopedias. La
inteligencia artificial bien utilizada sí puede servir para aprender más, pero
requiere de una responsabilidad mayor y de mayor madurez por parte del
estudiantado.
Adaptar la educación a las nuevas realidades
El problema nunca ha sido la herramienta –ya sea una
calculadora, internet o ahora la inteligencia artificial–, sino nuestra
resistencia a adaptar la educación a nuevas realidades. Las trampas académicas
han existido siempre, desde copiar en exámenes hasta contratar a terceros para
realizar trabajos. La diferencia actual es la democratización y eficiencia de
estos atajos.
La verdadera respuesta debe enfocarse en desarrollar
habilidades que la IA no puede replicar: pensamiento crítico, creatividad,
colaboración y aprendizaje adaptativo. Las universidades deben reinventarse
como espacios de aplicación práctica del conocimiento, donde la evaluación se
base en una supervisión continua del aprendizaje, no solo en resultados
finales.
Los educadores necesitan convertirse, por tanto, en guías
que estimulen la curiosidad y el cuestionamiento a través de una relación más
cercana con el alumno, en lugar de ser meros transmisores de información, ahora
fácilmente accesible.
Oportunidad para la evolución educativa
En definitiva, la proliferación de modelos avanzados de
lenguaje no representa el final de la educación tradicional, sino una
oportunidad para su obligatoria evolución. Estas tecnologías pueden liberar
tiempo para profundizar en aspectos verdaderamente formativos, permitiendo que
educadores y estudiantes se concentren en construir habilidades genuinamente
humanas.
El futuro educativo depende de reorientar nuestros objetivos
pedagógicos hacia competencias que trasciendan la mera acumulación de datos. La
universidad del mañana deberá ser un espacio donde la tecnología amplíe, no
reemplace, el potencial humano; donde el conocimiento se transforme en
sabiduría mediante experiencias significativas y donde cada estudiante
encuentre su propio camino hacia la excelencia, utilizando todas las
herramientas disponibles –incluyendo la IA– como medios para su desarrollo
integral, no como atajos hacia una titulación vacía de significado real.
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Como
documenta de manera exhaustiva Haidt, en el libro La generación ansiosa
(2024), desde 2010, (los smartophone aparecen en 2009) la salud mental de
los adolescentes se está desplomando y las tasas de depresión, ansiedad y
autolesiones se han disparado, pues, entre otros factores, se sienten incapaces
de conseguir el sueño del modelo ideal de imagen que desean proyectar.
Son variadas las respuestas que se están dando en los centros educativos, y también las familias van regulando los límites que deben tener los alumnos. Como suelo comentar, del mismo modo que no se deja a menores de 18 años beber alcohol o conducir un coche, debe tener limitaciones con los móviles incluso prohibiciones: 14 compañías europeas han llegado a un acuerdo para imponer limitaciones al acceso de los menores a cotenidos nocivos. Lo que sigue a continuación es una publicación en The Conversation que merece la pena consultar
Internet y las redes sociales son armas de doble filo. Por un lado, proporcionan información valiosa al instante, eliminan barreras y fomentan la conectividad. Pero simultáneamente también ponen en riesgo nuestra salud mental, en especial la de los menores, que se enganchan al contenido adictivo y acaban perdiendo el control de las horas que pasan conectados a las redes, desplazando al juego físico y la socialización en persona. Para colmo, durante el tiempo que pasan conectados, los chavales se exponen a peligros serios como el ciberacoso, el abuso o la pornografía.
Paralelamente, con el apoyo de Fundación “La Caixa”, celebraremos seis eventos presenciales (Madrid, Valencia, Zaragoza, Sevilla, Bilbao y Barcelona) en los que expertos y expertas conversarán sobre este asunto con los miembros de la sociedad directamente afectados: médicos de familia, pediatras, psicólogos, asistentes sociales, docentes, padres y madres, tomadores de decisiones… Y, por supuesto, con los propios jóvenes.
Confiamos en que de estas conversaciones surjan estrategias, medidas y prácticas que permitan a las nuevas generaciones crecer haciendo un uso responsable y saludable de las prometedoras herramientas digitales que tienen a su alcance, sin exponerse a riesgos innecesarios. Y esperamos poner nuestro granito de arena por el bienestar mental de los adolescentes, cuyo día mundial se conmemora mañana, 2 de marzo.
Elena Sanz. Directora. The Conversation
Si lo desea, puede volver a publicar este artículo, en forma impresa o digital. Pero le pedimos que cumpla estas instrucciones: por favor, no edite la pieza, asegúrese de que se la atribuye a su autor, a su institución de referencia (universidad o centro de investigación), y cite de este modo el artículo: García Moriyón, F. Los retos de las redes sociales? El Mito de Theuth 05/03/0205
El mundo de la inteligencia artificial se ha convertido en un escenario lleno de rivalidades, ambiciones y poderosos intereses. En el centro de todo ello, Sam Altman y Elon Musk, cofundadores de OpenAI en 2015, protagonizan un enfrentamiento que va más allá de las disputas personales. Su lucha refleja la batalla global por controlar una tecnología que podría cambiarlo todo. Mientras las superpotencias se posicionan, la pregunta sigue siendo: ¿quién dominará el futuro de la IA?
Sam Altman (izquierda) y Elon Musk, cofundaron OpenAI en 2015. / EFE
Todo empezó, como muchas buenas historias, con una noble intención. Allá por 2015, Sam Altman y Elon Musk unieron fuerzas con otros visionarios para crear OpenAI. Su misión: un Proyecto Manhattan para la IA, pero en plan open source, para que los beneficios de esta tecnología revolucionaria llegaran a toda la humanidad. Sí, cuando se es joven es más fácil creer en principios filantrópicos y nobles objetivos; las cosas cambian cuando el dinero entra en juego en cantidades inimaginables. El mundo de la inteligencia artificial se ha convertido en un escenario lleno de rivalidades, ambiciones y poderosos intereses. En el centro de todo ello, Sam Altman y Elon Musk, cofundadores de OpenAI en 2015, protagonizan un enfrentamiento que va más allá de las disputas personales. Su lucha refleja la batalla global por controlar una tecnología que podría cambiarlo todo. Mientras las superpotencias se posicionan, la pregunta sigue siendo: ¿quién dominará el futuro de la IA?
Pero, como en toda buena telenovela, los egos chocaron. Musk, con su visión de un futuro donde los coches Tesla se conducirán solos gracias a la IA (y, quizás, conquistar Marte), quería integrar OpenAI en su imperio. Altman, por su parte, tenía otros planes. El resultado: Musk abandonó el barco en 2018, fundó su propia compañía, X.AI (muy original, Elon), y comenzó una guerra de declaraciones, tuits incendiarios y demandas judiciales contra su antiguo ‘amigo’.
"Elon Musk quería integrar OpenAI en su imperio. Altman, por su parte, tenía otros planes. El resultado: Musk abandonó el barco en 2018, fundó su propia compañía, X.AI "
La expansión y la lucha de poder
Mientras tanto, OpenAI, lejos de hundirse, despegó. Y la llegada de Trump al poder otorgó aún más influencia a Musk, en una situación donde el mayor poder político y el mayor poder económico se entrelazan sin ningún rubor.
OpenAI, viendo la oportunidad (y, quizás, un poquito de presión), decidió que lo de "sin ánimo de lucro" ya no tenía tanto sentido y se lanzó a la aventura empresarial.
Aquí es donde la trama se complica. Musk, en un alarde de poderío económico y, por qué no decirlo, de ganas de fastidiar a Altman, lanza una oferta de casi 100.000 millones de dólares para comprar OpenAI. Un movimiento que, más allá del dinero, está claramente diseñado para encarecer al máximo la transformación de OpenAI en una empresa con ánimo de lucro.
Musk lanzó una oferta de casi 100.000 millones de dólares para comprar OpenAI, un movimiento que busca encarecer su transformación en una empresa con ánimo de lucro
Trump, por otro lado, muestra mucho amor a Musk, pero no tanto, y proclama una inversión de 500.000 millones de dólares en el proyecto Stargate para consolidar el liderazgo de la IA en América, pero lo hace con Altman, no con Musk.
La competencia global
Pero ¡sorpresa! En este culebrón no solo hay dos protagonistas con visiones políticas y empresariales enfrentadas. China, cual villano silencioso, entra en escena con DeepSeek, una apuesta por la IA abierta que, de paso, pone las cosas difíciles a los gigantes americanos (Google, Microsoft y la propia OpenAI). Y, para rematar, Europa, que hasta ahora solo se había preocupado de regular, organiza una cumbre en París y anuncia una inversión de 200.000 millones de euros para no quedarse atrás en la carrera. Como siempre, tarde, Europa, tarde.
China entró en escena con DeepSeek, una apuesta por la IA abierta que desafía a los gigantes de EE UU. Mientras tanto, Europa organiza una cumbre en París y anuncia una inversión de 200.000 millones de euros para no quedar atrás en la carrera
IA: más allá del juego de poder
Si has llegado hasta aquí pensando que esto es solo un circo de egos y billetes, déjame decirte que estás muy equivocado. Detrás de este sainete se esconde algo mucho más grande: la geopolítica del siglo XXI y, posiblemente, el mayor desafío al que se ha enfrentado la humanidad. Y sí, me temo que no necesariamente esté en buenas manos
La inteligencia artificial no es una broma. No es solo un chatbot que te ayuda a escribir o generar imágenes. Lo va a cambiar todo. Rectifico: ya lo está cambiando todo. El 99,9 % de la población es ajena a los últimos avances en el campo y la profunda transformación que se avecina en nuestra sociedad.
Los expertos, que antes predecían décadas o siglos para que la IA alcanzara la inteligencia humana, ahora hablan de años. Las mentes más brillantes del planeta están trabajando a contrarreloj para desarrollar sistemas cada vez más potentes. Estamos a las puertas de un momento en el que la IA podría superar nuestra capacidad para resolver problemas, innovar y, en última instancia, liderar el progreso.
Estamos a las puertas de un momento en el que la IA podría superar nuestra capacidad para resolver problemas, innovar y, en última instancia, liderar el progreso
¿Hacia dónde vamos?
¿Por qué tanto revuelo? Porque la IA tiene el potencial de solucionar los mayores desafíos de la humanidad en salud, energía, sostenibilidad y exploración espacial. No, ni los casi 8.000 millones de humanos con todo nuestro poder cognitivo podemos resolver los grandes problemas en los plazos que queremos. Sin embargo, también conlleva riesgos: la pérdida de control sobre sistemas más inteligentes que nosotros, la ampliación de la brecha social si queda en manos de unos pocos y el peligro de su uso malintencionado en guerra, vigilancia masiva o manipulación social.
Pero lo que subyace en este sainete es lo de siempre: dinero y poder.
Muchos tenemos el sueño de una IA abierta y accesible para todos. Irónicamente, China nos está haciendo un favor al desafiar a los gigantes estadounidense con modelos libres, permitiendo que los europeos y otros actores globales puedan utilizar estos desarrollos como trampolín para no perder el ritmo. Y para los usuarios finales, esto significa poder acceder a IA de alto nivel sin depender de las grandes corporaciones y sus intereses.
El modelo chino de IA abierta permitiría a Europa y otros actores globales acceder a estos avances y a los usuarios usar IA de alto rendimiento sin depender de las grandes corporaciones
La historia se repite
Siempre igual: una historia de egos desmedidos, intereses económicos y ombligos demasiado contemplados. Otra vez, estamos ansiosos por encender la hoguera sin preguntarnos si llevamos suficiente protector contra incendios. La tecnología es neutra, pero la estupidez humana no tiene freno. Y aquí estamos, repitiendo el mismo sainete, jugando con fuego y esperando un final distinto.
Para citar esta entrada
Blake, Michael: «Musk y Altman: sainete de titanes tecnológicos». El mito de Theuth 15/02/2025
Es un articulo publicado previamente en SINCbajo licencia Creative Commons,
Jefe de MRPC Asia y
científico de datos CRO Asia Innovation AI Lab.
El uso de la inteligencia
artificial (IA) en la educación ha generado mucho entusiasmo pero también
ciertas preocupaciones. Voy a analizar, de manera muy resumida los beneficios y
riesgos de esta tecnología, adoptando un enfoque reflexivo y ético, para tratar
de anticipar lo que nos depara el futuro
Para empezar, y creo que
uno de los elementos más importantes a destacar, es la capacidad que tiene la IA para personalizar el aprendizaje. Los
sistemas de IA pueden analizar el rendimiento y las necesidades de los
estudiantes, adaptando los contenidos y métodos de enseñanza a sus ritmos y
estilos de aprendizaje. Esto no solo mejora la eficiencia del aprendizaje, sino
que también aumenta la motivación y el compromiso de los estudiantes. Por
ejemplo, un
informe del Foro Económico Mundial menciona que la tecnología, incluyendo
la IA, puede ayudar a los docentes a reorientar entre el 20% y el 30% de su
tiempo hacia actividades que apoyen el aprendizaje de los estudiantes, en lugar
de tareas administrativas rutinarias. Además, un
estudio de Axon Park señala que el uso de sistemas de tutoría inteligentes
basados en IA puede mejorar el rendimiento académico de los estudiantes en un
30% en algunas áreas específicas, como las matemáticas.
Sin embargo, esta
personalización plantea desafíos éticos. Por ejemplo, hay que tener mucho
cuidado para poder garantizar la equidad y evitar sesgos en los algoritmos. Las IA
pueden perpetuar o incluso amplificar los sesgos existentes en los
datos de entrenamiento, lo que podría perjudicar
a ciertos grupos de estudiantes. En este aspecto, los desarrolladores y
educadores deben trabajar juntos para crear sistemas transparentes y justos,
sometiéndolos a evaluaciones constantes para identificar y corregir posibles
sesgos. Esto también demuestra que la IA va a cambiar la manera de trabajar,
pero aparecerán nuevos trabajos.
Otra ventaja, la IA puede aliviar a los docentes de
tareas rutinarias, permitiéndoles centrarse en actividades más creativas y en
la atención individualizada a los estudiantes. Las tareas administrativas,
como la corrección de exámenes y la gestión de asistencia, pueden
automatizarse, liberando tiempo para que los docentes se centren en el
desarrollo de habilidades críticas y en laresolución de problemas complejos.
No obstante, la implementación de IA en las aulas debe
ser complementaria y no sustitutiva. La interacción humana sigue siendo
fundamental para el desarrollo social y emocional de los estudiantes. Como señaló
Seymour Papert, pionero en el uso de la tecnología en la educación,
"la mejor manera de aprender es mediante la interacción con otros seres
humanos, no solo con las máquinas".
Finalmente, la IA en la educación debe ser accesible
para todos. La brecha digital sigue siendo un desafío significativo,
especialmente en regiones desfavorecidas. Para que la IA tenga un impacto
positivo global, es imprescindible desarrollar infraestructuras tecnológicas
adecuadas y programas de formación que capaciten tanto a docentes como a
estudiantes en el uso efectivo de estas herramientas.
En resumen, la IA tiene el potencial de transformar la
educación, pero su implementación debe ser cuidadosa y ética. Es necesario
un equilibrio entre la tecnología y la interacción humana, junto con un
compromiso firme con la equidad y la inclusión. Solo así podremos aprovechar
plenamente las ventajas de la IA en la educación y preparar a las futuras
generaciones para un mundo cada vez más digitalizado.
El notable efecto que tienen las redes sociales, junto con los teléfonos móviles que multiplican su impacto, ha despertado la atención de la opinión pública en muchos sectores; existe una seria preocupación, en general relacionada con la masiva difusión de noticias falsas, pero también con la polarización de la convivencia social y política, dada la facilidad que se tiene para dañar el prestigio de las personas y las dificultades que provocan para distinguir lo verdadero de lo falso. Este artículo de El País nos describe cómo todos estamos siendo víctimas de las redes sociales y algunos daños pueden ser irreparables.
Especial es la atención que ha recibido este tema en los medios educativos: incide en la enseñanza modificando prácticas tradicionales y también afecta a menores de edad, más vulnerables a las influencias de las redes sociales, tanto en el campo de los juegos como en el de las confrontaciones entre niños y adolescentes. La formación del espíritu crítico, el incremento del acoso escolar que va más allá de lo que ocurre en las aulas gracias a las redes y las dificultades de atención suponen nuevos retos educativos. Parece claro que niños y niñas desde la infancia y más en la adolescencida, pasan mucho tiempo utilizando sus móviles ylas consecuencias no son muy positivas.
Desde luego hay propuestas muy diversas, algunas radicales: desde prohibir los móviles en los colegios, algo que prácticamente ya se ha implantado en la mayor parte de los centros educativos de España, hasta dejar que sean las familias las que decidan, e incluso los propios adolescentes. La prohibición ya ha sido autorizada por el Consejo escolar del Estado y está siendo aplicada por muchos centros. Esto es algo que también se viene haciendo en muchos países, con polémica incluida
Una pregunta frecuente es:¿a qué edad debe darse el móvil a un niño? El debate sobre cuándo dar acceso al primer teléfono inteligente crece entre madres y padres, pero sin soluciones claras. No deja de ser una propuesta sensata retrasar el uso del móvil. Nadie duda de que debe estar prohibido el consumo de alcohol a los menores de 18 años, del mismo modo que no pueden conducir un coche antes de esa edad. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo con esas prohibiciones. Nadie plantea dudas al respecto, fundamentalmente porque expertos y no expertos consideran que tanto el alcohol como los coches pueden provocar daños graves y las personas menores de 18 años no tienen suficiente madurez para gestionar esos riesgos. Ahora bien, también las redes sociales pueden provocar daños graves.
Incluso se está trabajando bastante el proyecto de fabricar móviles especialmente diseñados para menores de edad en los que estarían accesibles algunas funciones, pero no todas. No será fácil, porque las multinacionales del sector son conscientes de que los menores son clientes muy provechosos pues son sensibles a la capacidad de manipulación que permiten los sofisticados recursos de las redes, manipulación más fácil todavía con los menores.
En todo caso, ocurra lo que ocurra, debemos ser conscientes de que no hay marcha atrás por el momento en la difusión masiva de los móviles. Prohibir suele ser una estrategia con poco recorrido y, sin negar que puedan, e incluso deban, existir restricciones, está claro que hay que trabajar seriamente en una inserción sensata de los móviles y las redes sociales en el proceso de aprendizaje de los menores y de los adolescentes.
El M learninges una propuesta interesante y, en cierto sentido, esta página web, vinculada a una asignatura específica del Máster para la formación del profesorado de secundaria, parte precisamente de la constatación de que el mundo digital está ya aquí y hay que buscar formas de aprovechar sus ventajas en la educación formal, y también en la no formal y la informal.
Si lo desea, puede volver a publicar este artículo, en forma impresa o digital. Pero le pedimos que cumpla estas instrucciones: por favor, no edite la pieza, asegúrese de que se la atribuye a su autor, a su institución de referencia (universidad o centro de investigación), y cite de este modo el artículo: García Moriyón, F. ¿A qué edad puede tener un teléfono móvil una persona? El Mito de Theuth 24/09/2023
En esta primera entrada, encontramos una exposicion sobre el lado oscuro de las redes sociales., algo que tiene especial interés para valorar lo ha ocurrido con la manipulación y posterior difusión de imágenes dañinas para las personas, en este caso adolescentes.
Pablo Javier Piacente llamó la atención sobre un estudio que identificaba casi cincuenta consecuencias negativas concretas, relacionadas con aspectos sociales, psicológicos, físicos, económicos y que afectan la calidad de vida en general
Los investigadores agruparon los efectos negativos en seis temas:
Coste del intercambio social: incluye tanto daños psicológicos, como depresión, ansiedad o celos, como otros costes, como pérdida de tiempo, energía y dinero.
Contenidos molestos: incluye una amplia gama de contenidos que molestan, perturban o irritan, como los contenidos perturbadores o violentos o los contenidos sexuales u obscenos.
Preocupación por la privacidad: incluye cualquier amenaza a la privacidad personal relacionada con el almacenamiento, la reutilización o el intercambio de información personal con terceros.
Amenazas a la seguridad: se refiere a los perjuicios derivados del fraude o el engaño, como la suplantación de identidad o la ingeniería social.
Ciberacoso: incluye cualquier abuso o acoso por parte de grupos o individuos, como mensajes abusivos, mentiras, acoso o difusión de rumores.
Bajo rendimiento: se refiere al impacto negativo en el rendimiento laboral o académico.
El enorme crecimiento de las redes sociales, incluyendo las que han aparecido más tarde como Tik Tok en 2018, podemos afirmar que las redes sociales tienen una influencia muy notable en la sociedad globalizada en la que vivimos
¿Cómo «escapar» en determinados momentos a su influencia para evitar el abuso en su utilización? No parece una tarea sencilla para muchas personas: en el caso de los adolescentes o de quienes sufren patologías psicosociales, no saber controlar su «invasión» en el tiempo y la vida individual puede derivar en peligrosos efectos negativos.
Según una nota de prensa, esto es precisamente lo constatado por los investigadores australianos en el nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Journal of Global Information Management (JGIM).
Además de los impactos psicológicos y sociales, los especialistas verificaron consecuencias no deseadas de las redes sociales en otros campos. Identificaron un notable aumento en los problemas para mantener la privacidad, como así también un descenso en el rendimiento en tareas laborales o educativas e inconvenientes para acceder a las mismas, mayormente por el tiempo y la atención que «roban» las redes sociales.
En el mismo sentido, se advierten problemáticas económicas ligadas al fraude electrónico o al robo de información financiera mediante estas plataformas. A esto se suma el constante crecimiento del acoso cibernético, una práctica que consiste en molestar e intimidar a otras personas a través de las redes sociales y que incluso puede generar patologías como fobias sociales o depresión en personas previamente sanas.
Los «costos» de las redes sociales
Es así que los científicos denominaron a uno de los bloques en los que dividieron a los más de 40 efectos perjudiciales de las redes sociales como «costo de interacción social». La categoría expresa que existe una faceta nociva directamente relacionada al supuesto incremento de las interacciones sociales que generarían estas plataformas: en algunos casos, ese «costo» supone más soledad, ansiedad y el sacrificio del tiempo y la energía que previamente se dedicaban a otras tareas.
Un punto a destacar en la nueva investigación es que sus autores remarcaron la escasa producción de trabajos científicos relativos al impacto negativo de las redes sociales en el área de las tecnologías de la información. Al mismo tiempo que advirtieron una sobreabundancia de estudios psicosociales, invitaron a los especialistas en tecnología a abordar esta clase de problemáticas inherentes al uso de las herramientas informáticas.
Luego de poner a prueba sus conclusiones mediante entrevistas con otros expertos en diferentes campos del conocimiento, los investigadores sostuvieron que la identificación de estos efectos nocivos de las redes sociales puede ser el punto de partida para diseñar estrategias que logren mitigarlos.
Por ejemplo, creen que un mayor compromiso de los tecnólogos, ingenieros e informáticos puede derivar en nuevas aplicaciones, características de diseño y otras soluciones que logren reducir las consecuencias nocivas de las redes sociales.
Tiene gran interés un estudio realizado por la fundación Mapfre que hace un detallado análisis del impacto que están teniendo las redes, centrado en un tema específico: Los comentarios negativos en las redes sociales. Madrid, 2022
Si lo desea, puede volver a publicar este artículo, en forma impresa o digital. Pero le pedimos que cumpla estas instrucciones: por favor, no edite la pieza, asegúrese de que se la atribuye a su autor, a su institución de referencia (universidad o centro de investigación), y cite de este modo el artículo: García Moriyón, F. El lado oscuro de las redes sociales. El Mito de Theuth 24/09/2023