viernes, 28 de agosto de 2020

¿Enganchados o prisioneros?


Este es el título de un interesante artículo de Rafael Núñez Florencio que publicó hace no mucho en Revista de Libros. El artículo es una buena reflexión provocada por la lectura de un libro de Marta Peirano: El enemigo conoce el sistema, un libro que lleva un largo subtítulo: Manipulación de ideas, personas e influencias después de la Economía de la atención (Barcelona. Debate). 

El debate es, sin duda, tan antiguo como la aparición de la red en nuestras vidas. Los avances tecnológicos, tanto por la velocidad con la que ahora se accede a las páginas digitales como por la calidad y el atractivo en la presentación de los contenidos, tiene una doble faz que conviene tener en cuenta.




No es un problema fácil de resolver. Pocas dudas caben de que internet ha facilitado nuestras vidas y tenemos muchos ejemplos de esas aportaciones. Uno de ellos, y quizá de los más relevantes es la capacidad de acceder a fuentes de información fiables, de encontrar tanto reflexiones que nos hacen pensar como datos que ayudan a fundamentar algunas de nuestras ideas.

No obstante, está claro que ha permitido una acumulación de poder en muy pocas manos, y ahí están las grandes empresas tecnológicas que dominan el mundo de la red, por lo que poco queda de aquel talante libertario que en principio quisieron darle algunos de sus fundadores iniciales y si arraiga más el otro espíritu que procedía de la implicación activa del Departamento de Defensa de EE.UU en la creación de ARPA. Amazon, por ejemplo, con un capital que supera ya el PIB de España, ha modificado profundamente los hábitos de consumo en todo el mundo. El buscador de Google se ha convertido en fuente de información prioritaria, aunque encuentra ahora una dura competencia, y pocas veces vamos más allá de la primer página de nuestra búsqueda, cuyos enlaces han sido seleccionados con criterios discutibles.

Y el punto importante es el papel que desempeña la minería de datos, los grandes datos, y los algoritmos (fundamentales en el avance de la IA) que emplean tanto para conocer a los usuarios y sus hábitos como para orientar sus búsquedas. 

Como dice Rafael Núñez Florencio, quizá lo más peligroso puede ser que todo el mundo está de acuerdo en que poseen y ejercen esa capacidad de control y manipulación, pero casi todas las personas piensan que a ellas eso no les pasa. Esta entrevista de Buenafuente a la autora del libro da algo más de frescura a esta breve reseña